“Un día antes del desfile”
En uniforme de fatiga, día a día, se practicaban, las maniobras de orden cerrado, no solo para desfilar, sino también para demostrar, el calibre de la moral...
Llegaban las celebraciones del día de la independencia y como hallistas, teníamos conciencia, de que a la patria todos los días se le debe de honrar, pero hay que, con ella celebrar, sufrir o llorar, porque a esa patria que amamos no se le abandona nunca.
Y así llegaban esos días de celebración, con la moral alta, más allá de la motivación, se hacían diferentes actos cívicos en los cuales, el instituto siempre decía presente, se dividían las comisiones, entre las diferentes compañías que componían el batallón de caballeros alumnos y así, a unos les tocaría ir a los actos en el monumentos a los próceres, a otros a los honores al pabellón nacional y los 21 cañonazos en el parque central y a otros a alguna presentación en el centro cultural Miguel Ángel Asturias.
Solía sucedes que ese 14 de septiembre solía llover y se empapaba el uniforme de gala, el cual se usaría al día siguiente para el desfile. Así que sacando fibra, como se suele decir, al día siguiente los caballeros alumnos se debía presentar con el uniforme impecable, lo cual suponía una noche de desvelo, secando y planchado el uniforme con cuidado para no dañarlo, volver a darle ese brillo a los botines y pulir los botones, insignias y hebillas. Todo aquello se hacía con alegría, a nadie se le escuchaba protestar, porque todo aquello además de conformar la mística hallista, también era parte de la disciplina, sin la cual es muy difícil lograr objetivos en la vida.
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#Hallistasporsiempre
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