miércoles, 14 de septiembre de 2011

De Etiqueta: En Celeste Y Negro”

De Etiqueta: En Celeste Y Negro”
(Desfile del 15 de Septiembre)

Para aquellos que iban dejando en el camino, una niñez que aun no extrañaban, la emoción de verse investidos en aquel traje de etiqueta celeste y negro, la ilusión de marchar gallardamente en las calles de su “Tasita de Plata” les hacia superar cualquier obstáculo, primordialmente sus propias flaquezas y debilidades…

... Para poder portar aquel uniforme, no bastaba con querer…Porque el uniforme se porta con gallardía, honor y dignidad. Cosas que no son fruto del deseo, si no del sacrificio, la abnegación y la constancia. Después de meses de ensayar, de lograr por fin dominar el peso de un fusil que superaba en muchos de los casos las fuerzas de aquellos niños con aspiraciones de hombres, que a fuerza de voluntad y tesón aprendieron a poner alma y corazón en los retos que se les plantaban por delante. Si los arcos (pasarelas) que están a lo largo de la calle principal donde está el instituto, hablaran…Ya que como testigos mudos, vieron como aquellos niños se transformaron en hombres, en esa simbiosis que aun que parece pasar de la noche a la mañana, lleva un proceso del que se toma conciencia, cuando han pasado los años.

Era el fusil M1 ya en desuso, que fue el empleado por el ejército norteamericano, durante la segunda guerra mundial. Todos los días se veía al batallón de caballeros alumnos del instituto Adolfo V. Hall central, salir en perfecta formación, marchando con gallardía, en uniforme de fatiga, rumbo al aeropuerto nacional la aurora, en la llamada “Vuelta al tigre” que no pocas veces completaban al paso ligero con fusil arriba…Para quien miraba desde afuera, le era difícil comprender que fuerza movía a estos niños y adolecentes, que fortaleza se escondía en ellos para no dejarse vencer e ir mas allá de lo que físicamente podían…Que motivación había dentro de estos patojos donde moraba un espíritu de hombres que no claudicaba, que les empujaba a ser dignos, pero también estoicos.

Llegadas las fechas, ya los caballeros alumnos tenían listo el uniforme, el cual estaba perfectamente limpio y planchado; la guerrera con los botones brillantes, el cuello y puños en un blanco impecable y enyuquillado, las insignias brillantes, el chapetón y la hebilla puro espejo, los pantalones con un quiebre fielmente delineado, el ros con las partes de charol limpias y brillantes, el pompón nítido y por supuesto los botines brillantes como si fueran de charol. Dado que en estas fechas se celebraban varios actos, en diferentes lugares de la capital, se asignaban a pelotones o compañías para que fueran en representación del instituto y así se les veía rindiendo honores en el monumento a los próceres, el 14 a las seis de la tarde rindiendo honores frente al palacio nacional, en el congreso de la republica en fin. Eran días de mucha actividad, donde todos aquellos ensayos y preparación pagaban con creses. Cuando si suponía un verdadero problema, para los caballeros alumnos, era si llovía, el día previo al desfile (lo cual era común) pues sin secadora de ropa, tenían que secar el uniforme a pura plancha y tenerlo impecable nuevamente, para el día siguiente.

El 15 de septiembre se levantaban muy temprano, los buses pasaban cuando aún estaba obscuro. Se les veía salir de sus casa con ese ilusión y felicidad de pertenecer al batallón de caballeros alumnos y más de alguna admiradora secreta, detrás de la cortina de la ventana los miraba y suspiraba…

Ya en el instituto, se llamaba a formación y se realizaba la revista, luego se pasaba a recoger el fusil y la bayoneta en la armería. Luego se formaba por compañías y se dirigían a los buses, que los conducirían al centro de la ciudad. El desfile era de carácter cívico-militar, es decir participaban militares y civiles; para los establecimientos civiles el desfile solía durar varias horas dado que desfilaban en un orden preestablecido por los organizadores y muchas veces les tocaba esperar por horas su turno. Este no era el caso del Hall pues desfilaban detrás de la Escuela Politécnica. Ya para cuando los cadetes iniciaban el desfile, las calles principales del centro capitalino estaba abarrotado. En filas, pero en descanso, los caballeros alumnos buscaban entre la multitud a sus familiares, a la novia o simplemente se echaban un taco de ojo con las chicas tan bonitas que se acercaban a verlos, aquello duraba solo un instante porque enseguida el comandante de batallón, daba órdenes por medio del corneta y se ordenaba “por la derecha” “alinear” “atención, firmes”
Al hombro armas, atención marchen y el desfile empezaba al compas de los redoblantes y la banda de guerra. Los papas como podían se coloban entre la gente para pasar a la primera fila y tomarle una foto a sus hijos. Con paso marcial avanzaban rumbo a palacio nacional, al pasar frente al balcón presidencia, se ordenaba “Tercien armas” y se entonaba el Himno del Instituto…”Con lealtad, oh patria os saludamos, con el símbolo blanco y azul…” Lo cual hacia que se les erizara la piel y que un amor a su patria resplandeciera en sus rostros.


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Foto: Hugo Letona R & Juan Francisco Solorzano G.