“Rumbo al desfile”
Luego de marchar y practicar, llegaba el día, en que se debía demostrar, no solo una perfecta alineación y porte militar, sino también el espíritu y moral que vibra bajo el uniforme.
Ya fuera para el desfile del 30 de Junio o el del 15 de septiembre, día de la independencia, la presencia del instituto cívico militar Adolfo V. Hall se hacía sentir, empezaba el corazón a latir al ritmo de un redoblante…
Si se era nuevo aquello, sería una experiencia que quedaría impregnada como una mancha en el acero en la vida y sin importar los años que se hubiera desfilado, siempre había esa emoción mezclada con nerviosismo, que subía la adrenalina. Por eso cuando íbamos rumbo al desfile en el bus, íbamos cantando, sería por eso que cuando pasaba el bus por las calles la gente se quedaba mirando o porqué la moral iba resbalando.
Lo cierto es que desfilar, siempre era un acontecimiento, que para nosotros tenía sentido, no era solo marchar, era mostrar la disciplina aprendida, el porte adquirido, la caballerosidad desarrollada, pero sobre todo una muestra externa de nuestro amor a la patria.
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