“Ese primer día que no se olvida”
Con 11,12 o 13 años acuestas,
con más preguntas que respuestas;
nos empezamos a alinear,
pues el sargento, llamó a formar.
Por la derecha, alinear, atención
firmes... Se escuchó,
aún vestidos de civil,
algunos sin mostrar,
el corte de cabello particular.
Menos mal aún no empezábamos
a cachar, pero de todas formas
íbamos a rebotar...
Nos hablaban en un argot
para la mayoría desconocido,
estos mentados galonistas,
de donde habrán salido.
Era nuestro primer día en el Hall,
la mayoría no nos conocíamos,
pero entre filas íbamos a sudar,
a reír a llorar, nos íbamos
a hermanar.
Exigencias que nunca nadie
antes nos pidió, como rasurar
una barba y un bigote inexistentes,
sería que los galonistas, estaban
un tanto dementes.
Las manos a la cintura, para mantener
la compostura, el mentado pasó
gimnástico, una forma de marchar,
para no desalinear, haciendo sonar
los zapatos, como aplaudiendo,
el recluta que recién se está puliendo.
Como olvidar ese primer día,
si quien lo diría, han pasado los años
y el recuerdo es recurrente en el
corazón y la mente, porque ese día,
marco un antes y un después.
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