Llega ese momento en la vida,
en qué hay que darle despedida,
a los amigos y hermanos con quienes
compartimos entre filas.
Y no, no es fácil, más lo enfrentamos
con estoicismos y con fe en Dios;
ponemos las rodillas en tierra
y exclamamos a uno vos una oración,
como un batallón, luego nos ponemos
firmes y le rendimos honores con nuestra
humanidad, como un gesto de amor y lealtad.
Porque somos una promoción
con un mismo corazón...
Que celebra los logros de los compañeros,
que llora si hay que llorar, porque
somos los hijos de ese símbolo
blanco y azul que nos representa.
Estamos de luto si,
pero firmes en la esperanza
y con la confianza en el Creador,
porque entre filas también,
compartimos la fe
y aunque nos duele el que se fue,
sabemos que un día volveremos
todos a formar en ese batallón.
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Foto: Hugo Letona