“Cuando apadrinamos a un aspirante”
Un año o más, había transcurrido de todo aquel recorrido, que transitamos desde el día en que ingresamos hasta ese día, en que con el birrete, coronamos aquel primer esfuerzo.
“Aquí, nadie le regalará nada, todo se adquiere por su propio esfuerzo” era lo que los galonistas y los oficiales instructores nos repetían, una y otra vez. Es que se trataba de formar el carácter, de dotarnos de ese temple, de aquellos, que no se dan por vencidos, ni aún vencidos.
Cuando pasamos a segundo año, ya con dos barras en las charreteras y una infinidad de vivencias y experiencias, nos tocaba apadrinar a un aspirante de nuevo ingreso, el cual era asignado al azar, el 1ro de marzo, cuando le impondríamos el birrete y las charreteras.
A partir de ese día, los buenos antiguos, tomaban la responsabilidad de alentar y orientar al caballero alumno de primer ingreso. Todo ese cúmulo de experiencias eran transmitidos, con el propósito de que el llamado ahijado, pudiera salir avante en los retos que le esperaban y pudiera verlos, como esa oportunidad para superarse así mismo y darse cuenta que era capaz de realizar, las cosas que el mismo en un momento pensó que no podría alcanzar y superar.
Oxwell L’bu copyrights 2020
Foto: Jessie Monterroso
Un año o más, había transcurrido de todo aquel recorrido, que transitamos desde el día en que ingresamos hasta ese día, en que con el birrete, coronamos aquel primer esfuerzo.
“Aquí, nadie le regalará nada, todo se adquiere por su propio esfuerzo” era lo que los galonistas y los oficiales instructores nos repetían, una y otra vez. Es que se trataba de formar el carácter, de dotarnos de ese temple, de aquellos, que no se dan por vencidos, ni aún vencidos.
Cuando pasamos a segundo año, ya con dos barras en las charreteras y una infinidad de vivencias y experiencias, nos tocaba apadrinar a un aspirante de nuevo ingreso, el cual era asignado al azar, el 1ro de marzo, cuando le impondríamos el birrete y las charreteras.
A partir de ese día, los buenos antiguos, tomaban la responsabilidad de alentar y orientar al caballero alumno de primer ingreso. Todo ese cúmulo de experiencias eran transmitidos, con el propósito de que el llamado ahijado, pudiera salir avante en los retos que le esperaban y pudiera verlos, como esa oportunidad para superarse así mismo y darse cuenta que era capaz de realizar, las cosas que el mismo en un momento pensó que no podría alcanzar y superar.
Oxwell L’bu copyrights 2020
Foto: Jessie Monterroso
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