“Dog Tag”
(La Placa De Sangre)
Como la sal al limón, como un imán al alfiler, como la seducción a la mujer, así la placa de sangre (dog tag) atraía la atención femenina, quien sabe si por ser un distintivo personalizado, o porque las chicas lo miraban como un suvenir que deseaban presumir.
Pasado el primero de marzo, los caballeros alumnos de nuevo ingreso recibían la placa de sangre, en ellas se inscribía los apellidos, el nombre de pila y el tipo sanguíneo; esta pasaba a s...er parte del uniforme de los caballeros alumnos por lo cual su uso diario era obligatorio. Sucedía que muchas veces que haciendo despechadas o los inolvidables “A tierra Firmes” la placa solía rayarse, pese a que los mas cuidadosos, la metían en la playera o se la ponían en la espalda. Era también curioso y tan distintivo el escuchar el sonido que emitían las placas de sangre cuando el batallón de caballeros alumnos, ponía al unisonó el pecho a tierra.
Esos enamoramientos tempranos e ilusiones adolecentes no les eran esquivos a los Hallistas. Ellos caballeros de celeste, galantes y educados, de la belleza femenina enamorados. Atentos con las damas, pues aquello aparte de la cortesía militar, era algo que se les inculcaba desde el principio, en el bus cedían el lugar, le abrían la puerta a las damas, siempre cargaban dos pañuelos blancos impecables por si se ofrecía, aparte su seriedad y porte a algunas chicas les parecía algo atractivo e interesante. Además que sin que suene altanero, no faltaba la muchacha cuyo anhelo era verse del brazo de un Hallista en su traje de etiqueta celeste y negro.
Por extraño que parezca, no faltaba la chica que quisiera ponerse el birrete de su novio Hallista, pero ellos consientes del respeto al uniforme y lo que para ellos significaba, con tacto y respeto lo evitaban, pero la placa de sangre (dog tag) era algo que para ellas no pasaba desapercibido y no faltaba la que quitándosela, inmediatamente la pusiera en su delicado cuello y se quedara con ella por días y a veces nunca la devolvía. Era como si con aquello tenían algo distintivo de su enamorado, algo para lucir y presumir delante de sus amigas. Aun que aquello no pocas veces suponía, horas de arresto para el Hallistas, cuando había revista y no la tenían. Aun que aquellas horas de arresto eran probablemente las que mas felizmente se cumplían
(La Placa De Sangre)
Como la sal al limón, como un imán al alfiler, como la seducción a la mujer, así la placa de sangre (dog tag) atraía la atención femenina, quien sabe si por ser un distintivo personalizado, o porque las chicas lo miraban como un suvenir que deseaban presumir.
Pasado el primero de marzo, los caballeros alumnos de nuevo ingreso recibían la placa de sangre, en ellas se inscribía los apellidos, el nombre de pila y el tipo sanguíneo; esta pasaba a s...er parte del uniforme de los caballeros alumnos por lo cual su uso diario era obligatorio. Sucedía que muchas veces que haciendo despechadas o los inolvidables “A tierra Firmes” la placa solía rayarse, pese a que los mas cuidadosos, la metían en la playera o se la ponían en la espalda. Era también curioso y tan distintivo el escuchar el sonido que emitían las placas de sangre cuando el batallón de caballeros alumnos, ponía al unisonó el pecho a tierra.
Esos enamoramientos tempranos e ilusiones adolecentes no les eran esquivos a los Hallistas. Ellos caballeros de celeste, galantes y educados, de la belleza femenina enamorados. Atentos con las damas, pues aquello aparte de la cortesía militar, era algo que se les inculcaba desde el principio, en el bus cedían el lugar, le abrían la puerta a las damas, siempre cargaban dos pañuelos blancos impecables por si se ofrecía, aparte su seriedad y porte a algunas chicas les parecía algo atractivo e interesante. Además que sin que suene altanero, no faltaba la muchacha cuyo anhelo era verse del brazo de un Hallista en su traje de etiqueta celeste y negro.
Por extraño que parezca, no faltaba la chica que quisiera ponerse el birrete de su novio Hallista, pero ellos consientes del respeto al uniforme y lo que para ellos significaba, con tacto y respeto lo evitaban, pero la placa de sangre (dog tag) era algo que para ellas no pasaba desapercibido y no faltaba la que quitándosela, inmediatamente la pusiera en su delicado cuello y se quedara con ella por días y a veces nunca la devolvía. Era como si con aquello tenían algo distintivo de su enamorado, algo para lucir y presumir delante de sus amigas. Aun que aquello no pocas veces suponía, horas de arresto para el Hallistas, cuando había revista y no la tenían. Aun que aquellas horas de arresto eran probablemente las que mas felizmente se cumplían