“Los meros, meros del bus”
La antigüedad, no era solo cuestion, de cuantas barras, se portaban en la charretera, sino que tanto el Hall y su formación, había calado en tu vida.
Cuando uno era nuevo, sin birrete, ni charreteras y uno veía a los de quinto año, despertaba una especie de admiración y respeto, porque uno sabía en carne propia que llegar allí era todo un reto. Pero dicha antigüedad, no se daba solo en las aulas y entre filas, también cuando se abordaba el bus.
En el bus, también se dejaba sentir el peso de la antigüedad y más si se portaban galones en las mangas. En el caso del bus 1, en esos años, los meros, meros del bus eran el sargento Pérez Tovar y el cabo Merida Gonzales de la promoción XXI, la que estaba en el poder en aquel año. Ambos mantenían el orden en el bus e incluso más de alguna vez te reportaban y arrestaban. Ellos se sentaban en los primeros asientos del bus, justo en la entrada, pese a que por costumbre los más antiguos solían sentarse en los últimos asientos, para poder controlar desde allí lo que pasaba en el recorrido.
El Chino Pérez como llamaban los de su promoción al sargento Pérez, era un tipo estricto, pero buena gente, de buen amor, que de vez en vez ponía a los nuevos a contar chistes o cantar canciones; el cabo Merida Gonzales por el contrario era más serio y usualmente estaba hablando de las cosas de sus estudios o llamando la atención y reportando a quienes desde temprano incumplían con las normas del instituto.
Ellos eran los meros, meros del bus, eran de los primeros en abordar y de los últimos en bajarse, recuerdo sus palabras unos días antes de graduarse: “Reclutas un día algunos de ustedes se sentarán aquí, solo recuerden que para hacerlo hay que ganarlo.”
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