“Karate Hall”
Recién se pasaba, de ser nuevo a neutro, las clases extra curriculares, se ponían más interesantes y retadoras y si se quería avanzar, todas se deberían aprobar.
La clase de karate, era una de esas asignaturas, en las que para avanzar, uno se las tenía que rifar... Algunos aventajados (que en su niñez asistieron a alguna academia y poseían una cinta) tenían una clara ventaja, sobre los que su único contacto con las artes marciales, había sido viendo en el cine a Bruce Lee o al karate Kid. Ellos hacían sentir, sus habilidades ya curtidas, mientras los demás necesitaban salvavidas, para poder nadar.
El instructor, en aquellos años, un Sensei experimentado, al que se le daba el rango de capitán asimilado, era exigente y poco benevolente. La clase se tomaba, después de las clases lectivas, en las primeras horas de la tarde, ya fuera en el gimnasio o en el patio bajo el sol.
Se enseñaba las catas básicas, así como las posiciones del cuerpo para el combate y para defenderse. En los exámenes, se evaluaba a los caballeros alumnos, en la correcta ejecución de las catas y luego la parte más difícil, era el combate cuerpo a cuerpo.
Usualmente, el contrincante, era el que seguía en la lista, por apellidos. En el caso del susodicho, la vida tuvo el capricho de enfrentarlo con un cinta negra, que se lucia, mientras el otro caía...
Nunca faltaron los que se lesionaron, ni los que se aventajaron y representaban al instituto, en eventos a nivel nacional e internacional.
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