“104 de caballeros cadetes II”
(Un crisol de voluntades)
Ser cadete es un camino de renuncias y de retos, que a veces sobre pasa la propia voluntad, pero aquella promoción era en verdad ese crisol de voluntades, unidos por un mismo corazón…
Como todo aspirante a C. C. los primeros meses, sin ver a la familia, a veces sintiéndose ausente de donde se está presente; la limitación del tiempo de sueño, las exigencias físicas y mentales era para diezmar a aquella compañía y sin embargo se mantuvo unida, compacta, pues más allá de la amistad surgió una hermandad entre filas.
El director por aquellos años era el Coronel de infantería Álvaro Barahona Escobar, todo un caballero y correcto en su forma de actuar, además del mayor Trejo habían dado la orden de que los cadetes más antiguos no podían “sacarle fibra con los uniformes a los nuevos” eso sumado a que portaron el uniforme de gala sin sudarlo atrajo hacia esta promoción recelo y molestia en los cadetes más antiguos.
Esta promoción por otra parte fue atípica, pues el alto mando del ejército decidió darles una oportunidad a quienes habiendo sido cadetes en el pasado habían causado baja, al permitirle reingresar y así ingresaron con esta promoción ex integrantes de las promociones 87, 89, 90, 93, 95, 97 y 102 y se daba el caso que algunos aspirantes fueron de la misma promoción de algunos oficiales instructores. Además ingresaron aspirantes con estudios finalizados de nivel medio y hasta universitarios, por lo cual habían tanto menores de edad, como mayores, cuando la normativa en esos años era que se ingresaba después de aprobar el 3ero básico, por lo que las edades típicas de los cadetes de primer ingreso fluctuaban entre 15 y 17 años.
Toda esa amalgama de cosas sin embargo, unificó a aquella promoción que supo mantenerse compacta a travez de los años de estudio.
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